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miércoles, 29 de mayo de 2013

QUIEN SE HA LLEVADO MI QUESO

RESUMEN DE LA OBRA LITERARIA “QUIEN SE HA LLEVADO MI QUESO”
– Johnson Spenser –
Argumento del libro “Quien se ha llevado mi queso” de Johnson Spenser.
Un día inesperado se les terminó el Queso a los ratones Oliendo (Oli) y Corriendo (Corri), y a las personitas Kif y Kof, seres del tamaño de los ratones que poseían un aspecto y un modo de actuar muy semejante al de los humanos. 

Oliendo y Corriendo fueron en busca de un nuevo Queso, recorriendo todas las centrales queseras que encontraban en su camino, mientras las personitas Kif y Kof seguían discutiendo lo que debían hacer. 

Los ratones Oli y Corri, después de una larga aventura, llegaron a una zona de laberinto en la que nunca habían estado: la Central Quesera N. Al ingresar hallaron lo que estaban buscando: una gran reserva de Queso.

Era la cantidad más grande de Queso que los ratones hubieran visto en toda su vida. Las personitas Kif y Kof seguían en la Central Quesera Q reflexionando y evaluando la situación. Estas personitas sufrían los efectos del hambre por falta de Queso. Cuando Kof invitó a Kif para ir en busca del nuevo Queso, este se negó diciendo que estaba muy bien en la Central Quesera Q porque era un lugar confortable y conocido, además salir era peligroso; pero Kof le dijo que no debía temer, ya que antes habían recorrido muchas zonas del laberinto y podían hacerlo otra vez.

Ellos tuvieron muchas indecisiones para emprender la búsqueda del nuevo Queso, inclusive estaban muy débiles, debido al hambre y al estrés. El inquieto Kof comenzó a aburrirse de esperar que la situación mejorase. 

Después de muchas penurias y reflexiones estériles dijo, un día, con voz decisiva: “¡Ha llegado el momento de volver al laberinto!”; Kif no reaccionó. Kof decidió salir en busca del nuevo Queso. Entonces se adentró en el laberinto, avanzando con paso veloz hacia lo desconocido. Kof, durante los días sucesivos, halló un poco de Queso aquí y allá; pero no eran cantidades que durasen mucho tiempo.

Después de realizar una aventura difícil, regresó a la Central Quesera Q y allí encontró todavía a Kif, llevándole unos pedazos de Queso, pero este los rechazó i dijo: “No creo que me guste ese nuevo Queso. No estoy acostumbrado a él. Yo quiero que me devuelvan mi Queso, y no voy a cambiar de actitud hasta que eso ocurra”. 

Decepcionado del comportamiento de Kif volvió a salir solo y se adentró al laberinto. Kof había perdido miedo al laberinto oscuro y se sentía feliz. Después de una intensa búsqueda, y gracias a su perseverancia, encontró un nuevo Queso en la Central Quesera N. Kof, al ingresar, se quedó completamente asombrado de lo que vió.

Había las montañas más grandes de Queso que hubiera visto. No los reconoció todos, ya que algunos eran totalmente nuevos para él. Por unos momentos dudó, pensó si aquello era realidad o sólo producto de su imaginación, pero entonces vio a Oli y Corri.

El ratón Oli le dio la Bienvenida con un movimiento de la cabeza, y el ratón Corri lo saludó con la pata. La personita Kif les devolvió el cálido saludo de bienvenida y en seguida se puso a probar sus quesos favoritos.

Cuando hubo comido hasta la saciedad, cogió un pedazo del nuevo Queso y lo levantó hacia el cielo en señal de bendición y dijo: “¡Por el cambio!”. Mientras saboreaba el nuevo Queso, Kof pensó en todo lo que había aprendido.

Entonces se percató de que, mientras había tenido mucho temor al cambio, se había aferrado a la ilusión de un Queso viejo que ya no existía. Según Kof, lo había hecho cambiar el miedo de morir de hambre.

Cuando se dio el cambio, no le había gustado, pero ahora comprendió que había sido una bendición, ya que lo había llevado a encontrar un Queso mejor. Incluso había descubierto una parte mejor de sí mismo. 

La personita Kif, en cambio, se quedó hambrienta y se la pasaba quejándose y preguntando: “¿Quién se ha llevado mi Queso?”. 

Kof pensó que su amigo Kif tenía que encontrar su propio camino, dejando todas las comodidades y los miedos atrás. Y salir de madrugada y avanzar. Nadie podía hacerlo por él, ni convencerlo que lo hiciera. De una manera u otra, tenía que ver por sí mismo las ventajas de cambiar por su bien.

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