ABRAHAM VALDELOMAR
Polígrafo peruano nacido en Ica (1888). Cultivó con maestría el periodismo, la poesía, el cuento, la novela, el teatro, el ensayo, la crítica literaria.
A pesar de su corta vida, su obra es extensa y es considerado una figura muy influyente en el medio intelectual y artístico peruano de inicios del siglo XX. Aunque adoptó la pose de dandy y snob, supo reflejar también el entorno de la aldea pobre y sus callados ritos de una manera que anuncia las búsquedas del criollismo. Usó el aristocrático seudónimo de El Conde de Lemos y que gustaba firmar Val-del-omar.
Publicó crónicas y artículos en revistas y periódicos como Los Balnearios, El Comercio, La Prensa, La Crónica yVariedades, entre otros. Tras su ingreso en la política durante el gobierno de Billinghurst, recibió el encargo diplomático que lo llevó a Italia en 1913, etapa durante la cual maduró literariamente. Allí escribió su cuento más famoso “El Caballero Carmelo” que aparecería después (Lima, 1918) en el volumen de cuentos homónimo y por el cual se le considera un innovador del género.
De regreso a Perú, prosiguió su labor periodística y en 1916 fundó la revista Colónida, considerada la mejor de su época en Lima, pese a durar sólo cuatro números. Ese mismo año algunas composiciones poéticas suyas aparecieron en una antología colectiva titulada Las voces múltiples (Lima, 1916); el resto de su poesía sólo se conoció póstumamente.
NOTA: Hace pocas semanas (jueves 26 de noviembre) se realizó un conversatorio sobre la obra de este gran escritor peruano organizada por la Academia Peruana de la Lengua.
TRISTITIA
Mi infancia que fue dulce, serena, triste y sola
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.
Dábame el mar la nota de su melancolía;
el cielo, la serena quietud de su belleza,
los besos de mi madre una dulce alegría
y la muerte del sol una vaga tristeza.
el cielo, la serena quietud de su belleza,
los besos de mi madre una dulce alegría
y la muerte del sol una vaga tristeza.
En la mañana azul, al despertar, sentía
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado del mar.
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado del mar.
Lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;
mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar…
mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar…
Como diputado por Ica, viajó a Ayacucho, donde durante un almuerzo de honor sufrió un accidente y murió a los 31 años.
***
Se pueden distinguir dos etapas en su obra literaria:
1. Modernista. El exotismo y adjetivación predominan en su prosa. A esta etapa pertenece la mayoría de sus volúmenes de cuentos: Cuentos yanquis, Cuentos chinos y la novela La ciudad de los tísicos.
2. Posmodernista. A la par de la publicación de la revista Colónida, su estilo llega a la madurez y va de la ampulosidad adjetiva modernista al primor descriptivo posmodernista: sus cuentos se tiñen de referencias autobiográficas y regionales, en donde el paisaje provinciano es expresado a través de los recuerdos de la niñez. A esta etapa de madurez corresponde el volumen de cuentos El caballero Carmelo, que incluye cuentos tales como “El vuelo de los cóndores”, “Los ojos de Judas” y el mismo cuento “El caballero Carmelo”.
En el cuento El caballero Carmelo evoca el hogar, la infancia, la aldea de San Andrés de los pescadores y a los animales del corral, entre los cuales estaba el gallo Carmelo. Su lenguaje es claro, expresivo y breve, trasladando al lector al mundo narrado.
No hay otro prosista en nuestra literatura, en quién el recuerdo de la infancia esté presente con tanta fuerza en sus narraciones. Su contacto con el mar y el mundo costeño son experiencias que dejaron huellas en su obra literaria. En ese aspecto sólo Vallejo en su poesía se aproxima.
Valdelomar introduce dos de los tópicos clave de la literatura contemporánea en el Perú: lo cotidiano y la provincia, abriendo el sendero temático que seguirán los autores vanguardistas e indigenistas, como César Vallejo y José María Arguedas.
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