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jueves, 30 de mayo de 2013

Gilgamesh

Gilgamesh


Introducción.

La epopeya más antigua que se conoce es la de Gilgamesh. Fue producida por los sumerios y se conocen sólo algunos fragmentos que lograron conservarse.
El sistema de escritura de los sumerios es el conocido como "escritura cuneiforme", que es de base silábica, lo cual quiere decir que los signos utilizados representaban sílabas, en vez de letras (como sería el caso de nuestro sistema alfabético).
Gilgamesh fue de hecho un rey de Uruk, en Babilonia (actualmente corresponde al lugar geográfico en donde se encuentra Irak), y vivió hacia el 2,700 a.C. Inicialmente la obra no existía como un sólo poema épico, sino que estaba compuesta por un conjunto de diversas historias, todas en relación a este rey. Algunas de ellas fueron escritas hacia el 2,000 a.C., en lengua sumeria, la cual, hasta donde se sabe, no guarda relación con ninguna de las lenguas conocidas.
Posteriormente este conjunto de historias aparece integrado en forma más extensa como un solo poema.Como esta epopeya fue reproducida en la antigüedad en diversas culturas y lenguas del área, las tablillas que se han conservado no están escritas en sumerio, sino en acadio. Tales tablilas, por cierto, fueron halladas en las ruinas de la biblioteca de Asurbanipal, rey de Asiria entre 669 y 633 d.C.
De hecho, no sólo se trata de la epopeya más antigua que se conoce, sino de la más antigua obra literaria de la humanidad de la que hay testimonio registrado por escrito.

Gilgamesh el Terror y Enkidu el Esforzado 

Gilgamesh no deja un hijo a su padre;
de día y de noche su soberbia es inmensa;
Él, Gilgamesh, el pastor de Uruk en los cercados,
el pastor de sus habitantes, el fuerte, el admirable, el precavido, no deja una hija a su madre,
ni la hija de un valiente, ni la esposa de un héroe. Las gentes de Uruk se han quejado a los dioses, 

los dioses del cielo se han quejado a Anu, el dueño de Uruk en los cercados.


Todo empieza por esta reclamación que dirigen a los dioses las buenas gentes de Uruk, cansadas de las turbulencias de su héroe nacional. La diosa Aruru, creadora de la humanidad, estima habilidoso crear un doble de Gilgamesh, moldea un bloque de arcilla y da forma al esforzado Enkidu, adalid de Ninurta, dios de las batallas, haciendo este sencillo razonamiento:

Este hombre en su tiempo se encontrará con Gilgamesh; mientras luchan entre ellos Uruk estará tranquila.
Gilgamesh (Final Fantasy XII)

Enkidu vive en el bosque y es un verdadero salvaje:

Todo su cuerpo es velloso...
Ni las gentes ni el país le preocupan;... Con las gacelas se alimenta de hierbas, con el ganado abreva en los regatos. 


Y así hubiese vivido mucho tiempo, dichoso y sin historia de no surgir un conflicto con los cazadores de Uruk. Él es hombre y tiene inteligencia humana, pero la utiliza para proteger a los animales, y si es preciso para salvarlos de las trampas. Los cazadores se lamentan de esta oposición. Uno de ellos, siguiendo el consejo de un anciano, se pone al
acecho Enkidu
en el abrevadero en compañía de una hieródula
(prostituta sagrada del templo).Cuando aparece Enkidu conduciendo sus animales, la hieródula se muestra a él. Enkidu, que jamás ha visto a una mujer, se queda admirado. se conmueve, se enamora:

Seis días y siete noches se acercó Endiku a la hieródula y la poseyó.
Cuando se sintió ahito de placer se volvió hacia su rebaño,
pero cuando lo vieron las gacelas huyeron de Enkidu, el ganado de la llanura se apartó de él.

Enkidu quedó aterrado, su cuerpo parecía trabado,
sus rodillas se quedaron inmóviles, en tanto que su rebaño escapaba.
Enkidu ya no supo correr como antes
y comprendió lo que aquello significaba, su inteligencia se abrió. 


Inspirada por la diosa, la hieródula consuela tiernamente a Enkidu. le revela los alimentos
humanos. lo cuida, lo viste y lo conduce hacia la ciudad. Por el camino, Enkidu interroga a unos hombres que están trabajando, y así descubre con gran turbación la verdadera condición humana.
Entretanto, Gilgamesh está preocupado por dos sueños en los que se ha visto aplastado por una piedra caída del cielo y que él no puede levantar, y atacado por un hacha que logra evitar y coloca al lado suyo.
Por otra parte, la hieródula ha ensalzado delante de Enkidu la fuerza y la ferocidad de Gilgamesh. Los dos héroes se ven, en cierto modo, arrastrados por el destino. El texto es aquí bastante oscuro. Es posible que haya una laguna. Posiblemente es la misma hieródula la causante del encuentro. Es joven y bella, y cabe pensar que Gilgamesh pretenda arrebatársela a Enkidu. El caso es que se entabla el terrible combate:

Se enzarzaron como toros salvajes, lanzándose el uno contra el otro.
El umbral de la puerta lo han destruido; la pared, la han derribado.

Sigue cumpliéndose la voluntad de los dioses. Por primera vez, Gilgamesh se encuentra con un adversario tan fuerte como él. que se resiste, le hace doblar la rodilla y lo inmoviliza en el suelo. ¡Que el hombre de los bosques proclame orgullosamente su triunfo y nacerá un odio mortal. los combates se sucederán. incontables, y habrá muchos años de tranquilidad para las gentes de Uruk! Pero el orgullo del esforzado Enkidu no es rencoroso, y, lejos de humillar a su adversario, le expresa amablemente su admiración por su vigor y su energía. Gilgamesh, por su parte, rinde homenaje a la fuerza de Enkidu. Lo que nace entre ellos no es un odio mortal. sino una profunda amistad, y se adivina algo como una sonrisa irónica tras la sencillez del relato.
Esto no es más que el principio de la epopeya, dos de sus doce tablillas que sin duda constituían en principio un cuento completo. El texto ha sido muy comentado y muy diversamente. El antagonismo entre Gilgamesh, el hombre de la ciudad, y el salvaje Enkidu es deseado por los dioses, es decir, absoluto y necesario. Enkidu. moldeado expresamente por una diosa, es un hombre «natural», en tanto que Gilgamesh es presentado como un producto de la civilización humana. El uno se alimenta de hierbas con el ganado; el otro organiza la vida social, levanta torres y preocupa a las buenas gentes por su turbulencia. Se trata del conflicto esencial entre dos tipos de humanidad. que encontramos en muchas leyendas sagradas e incluso en la Biblia, en el episodio de Caín y Abel. No son exactamente los mismos personajes, pero si parientes suyos. Abel, el pastor, hombre de buena fe y de sumisa obediencia, despierta el odio de Caín, el agricultor, antepasado, según algunos exégetas, de una tribu de nómadas cuyo género de vida se separa cada vez más de la tradición «natural». Caín mata a Abel porque le parece que el Eterno se aparta de él y desaprueba sus innovaciones. También aquí esperaban los dioses Un combate a muerte: la naciente amistad entre los dos héroes es una victoria sobre el orgullo y la violencia, pero también, de manera inequívoca, sobre los dioses mismos.
¿Influye en ello para algo la presencia de la hieródula? Lo parece. El descubrimiento del amor humano y la visión de los hombres trabajando en el camino de Uruk invitan ahora a pensar vagamente en Adán y Eva, en el pecado y en las maldiciones consiguientes. «Los ojos de uno y otro se abrieron». ha dicho la Biblia, y aquí «su inteligencia se abrió».
Dejemos a los mitólogos que comparen, distingan y disocien. A nosotros nos basta con mostrar que la novela sumerobabilónica de aventuras está «cargada de significación en el más alto grado».

El bosque de los cedrosCuando volvemos a encontrar a Enkidu, está muy triste, sin duda porque la hieródula, una vez cumplida su misión, lo ha abandonado para regresar al templo. Para distraer a su amigo, Gilgamesh le propone ir a luchar con Humbaba, un tremebundo e invencible gigante que impone su ley en el bosque de los cedros.

Enkidu, mucho más prudente y razonable que Gilgamesh, expone los peligros de semejante expedición, pero acaba por contagiarse del entusiasmo de su amigo. Hacen que les fabriquen armas, van al templo a implorar a los dioses, deliberan con los ancianos de Uruk sobre los métodos a emplear y se ponen en camino.
Enkidu reflexiona y sigue discutiendo, hasta causarse miedo a si mismo, los terribles peligros que van a afrontar, pero Gilgamesh lo conforta y lo alienta amistosamente.
La poesía describe extensamente las maravillas del bosque de los cedros y los dos sueños que, durante la noche, llevan presagios favorables a Gilgamesh. Llegada la mañana, los dos héroes se enfrentan a Humbaba. A pesar de su fuerza prodigiosa no hubieran logrado probablemente vencer al gigante, pero su valor y su audacia les vale la ayuda de los vientos y de la tempestad. Agotado, Humbaba tiene que rendirse y pedir gracia, pero Gilgamesh y Enkidu le cortan implacablemente la cabeza y regresan orgullosos a Uruk.

Insultos a la Gran Diosa 

Gilgamesh limpia sus armas y se asea. Ishtar, la Gran Diosa, la Gran Madre, la Venus mesopotámica, lo ve, lo admira y se aproxima a él ofreciéndose sin reserva y prometiéndole convertirlo en el más poderoso de los hombres si accede a sus deseos. La respuesta es inesperada:

¡Ca! -se burla Gilgamesh-. ¿y qué tendría que darte para casarme contigo?
Tendré que darte aceite para ungir tu cuerpo y tus vestidos, y también pan y vituallas; ¡es necesario un alimento
abundante para tu divinidad, y una bebida que convenga a tu realeza! ¿y cuáles serian mis ventajas si me casara contigo?
No eres más que una ruina que no ofrece protección
contra el mal tiempo, no eres más que el batiente de una puerta que no resiste la tempestad, no eres más que un palacio ya saqueado por los héroes, no eres sino una trampa que disimula las traiciones.

y continúa en el mismo tono, con divertida locuacidad, pero también con asombrosa audacia,porque Ishtar es la Gran Madre, la diosa del amor, de la fecundidad, de la tierra y de la vida. ¡Hasta los mismos dioses tienen que contar con ella! Gilgamesh prosigue, a pesar de todo. Después de las variaciones sobre el tema «tú no eres más que una ruina», recita «la interminable lista de los amantes de Ishtar», y le reprocha violentamente no haber sido fiel a ninguno y haber causado la desgracia de todos ellos.
Que un hombre se atreviese a rechazar sus insinuaciones hubiera sido ya insoportable para la impetuosa Ishtar, pero ¡que además la insultara! Arrebatada por la ira se vuelve al cielo, donde apostrofa duramente a su padre, el dios Anu, exigiéndole una venganza inmediata. Anu no puede negarse, pero toma sus precauciones para limitar los daños que habitualmente provoca la cólera de su hija. Después, crea un «toro celestial» que tendrá por misión castigar a Gilgamesh, exigiendo en cambio que su hija asegure al país siete años de buenas cosechas y prosperidad como compensación por los estragos que habrá de causar el toro.

Muerte de EnkiduEfectivamente, el animal siembra la desolación, acaba con cien hombres que han acudido a luchar con él y después con otros trescientos. Solamente queda un héroe que pueda atreverse a enfrentarse con él, y este hombre no puede ser otro que Gilgamesh. No obstante, Ishtar parece haber olvidado que Gilgamesh cuenta ahora con un amigo que le ayuda en todo. Así, los que se enfrentan al toro son dos. Enkidu ataca, agarra al animal por los cuernos, lo derriba, lo ase después por la cola, lo hace girar en el aire y lo aplasta contra el suelo. Gilgamesh y Enkidu se lanzan entonces a él, le abren el pecho, le arrancan el corazón y se lo ofrecen al dios Shamash.
Ishtar, más furiosa que nunca, aparece en aquel instante sobre las murallas de Uruk y exclama:

¡Maldición sobre Gilgamesh, que me ha afligido matando al toro celeste!
Ante estas palabras, Enkidu pierde su sangre fría. Castra al toro y arroja los órganos al rostro de Ishtar, advirtiéndole:
A ti, sí yo te cojo...
te haré lo mismo que al toro. 


Gilgamesh y Enkidu saborean su triunfo y se retiran al palacio para descansar.
En castigo por sus ofensas a Ishtar, Enkidu debe morir. Afectado ya por el mal que habrá de matarlo, lo atribuye a la hieródula y la maldice. El dios Shamash se lo reprocha, advirtiéndole que no ha recibido de ella sino beneficios. Enkidu se tranquiliza, tiene una visión de los Infiernos y muere.
Al dia siguiente, Gilgamesh, en presencia de los ancianos, ensalza a Enkidu y las hazañas realizadas en su compañía. Después lo volvemos a encontrar lamentándose de la muerte de su amigo, confesando su miedo a la muerte y decidiéndose a partir a la conquista de la inmortalidad.

En busca de la inmortalidad 

Una vez en camino, se encuentra con Shamash y le rinde homenaje. Encuentra después a la tabernera Siduri y le hace saber su dolor por la muerte de Enkidu. Ella le aconseja que no piense más en ello. Pero ¿podrá él hacerlo?Enkidu, a quien yo tanto quería
y que me acompañaba en todos los peligros,
se ha marchado hacia aquello que es el destino de los humanos.
Día y noche he llorado por él, antes de acostarlo en su tumba.

Por la sensibilidad que revelan, estos arrebatos de dolor contenido sorprenden y conmueven en
este Gilgamesh que al principio del poema no era más que un bárbaro imponente y soberbio. Además, la amistad y el dolor despiertan en él unas aspiraciones de las que en otro tiempo estaba muy ajeno. Antes de su encuentro Con Enkidu, seguramente se hubiera dejado convencer por la filosofía de la tabernera, que le dice:

(Los dioses) han guardado la inmortalidad entre sus manos. En cuanto a ti, ¡oh Gilgamesh!, llénate el vientre; de noche y de día entrégate al jolgorio;.que cada noche sea un festín para ti; sáciate de noche y de día; luce vestidos bordados,
lávate la cabeza y báñate;
alégrate viendo a tu hijo colgarse de ti,
regocíjate de que tu esposa se estreche contra ti. 


Por toda respuesta, Gilgamesh pregunta «el camino que conduce a la casa de Un-napishti». Un-napishti. el batelero [batel: barco pequeño], es el antepasado de Gilgamesh y el único ser humano que ha conseguido la inmortalidad. Después de una peligrosa travesía, en la que debe evitarse tocar las aguas mortales, Gilgamesh se reúne con su antepasado, que elogia su valentía. Gilgamesh evoca de nuevo a su amigo Enkidu:

Las últimas palabras de mi amigo son como un peso que
me abruma; ¡yo quiero ir muy lejos, por la llanura, las últimas palabras de Enkidu mi amigo
yo quiero ir muy lejos por el campo!
¡No sé cómo callarme, no sé cómo gritar!
El amigo a quien yo quería no es más que fango ya, Enkidu, mi amigo.
¿No voy yo a acostarme como él para no volver a levantarme nunca? 

Un-napishti le confirma que la inmortalidad pertenece a los dioses, que deciden de la vida y la muerte de los hombres sin consultarlos. Por favor excepcional, él ha conseguido la inmortalidad porque es el único hombre que sobrevivió al Diluvio. Algunas copias de la epopeya intercalan en este lugar una descripción del Diluvio tomada directamente de la misma tradición que el relato bíblico. Para convencer a Gilgamesh de su debilidad. Un-napishti le ordena que intente permanecer sin dormir seis días y siete noches. Como es de suponer, Gilgamesh se duerme en cuanto se acuesta. La mujer de Un-napishti prepara provisiones de viaje. Cuando Gilgamesh se despierta lo despiden, después de bañarlo y vestirlo. Pero la mujer se compadece de él, y entonces Un-napishti lo llama y le revela que en el fondo del agua encontrará la planta que devuelve la juventud. Gilgamesh se sumerge y se apodera de dicha planta. Después Se aleja llevándose su tesoro.
Al batelero que conduce la barca le dice su alegría por poseer la planta, y es una alegría generosa :
La llevaré a Uruk de los cercados, la daré a comer, compartiré esta planta,
¡Su nombre será: «el anciano vuelve a ser joven»!

Pero después de cien horas de viaje, Gilgamesh ve una fuente «que tenía frescas las aguas» y se
baña en ella. Entretanto, una serpiente, atraída por el olor de la planta, se apodera de ella y huye insultando a Gilgamesh :

Entonces Gilgamesh se sentó y lloró; por su mejilla corrieron las lágrimas.
Y regresa a Uruk con las manos vacías. Gilgamesh derriba un árbol que abrigaba en su base a una serpiente. en su cima a un águila, y en su tronco a una diablesa. Con el árbol hace fabricar un trono y una cama para Ishtar e instrumentos mágicos de música. Por desgracia, un niño da un grito cuando debía guardarse un silencio absoluto, y esta involuntaria infracción del ritual hace que aquellos objetos caigan en la Gran Morada, es decir, en los infiernos.
Aquí los textos son bastante incompletos y el episodio resulta muy oscuro. Hay que bajar a los infiernos para buscar los objetos que han caído en ellos, pero Gilgamesh pretende aprovechar la ocasión para volver a ver a su amigo Enkidu y llega a cometer graves faltas contra el ritual. Gilgamesh suplica al dios Enlil que evoque el alma de Enkidu. Intervienen favorablemente otros dioses, y Nergal, dios de los infiernos, permite a Enkidu que vuelva a la tierra por un instante. Entonces se entabla una conversación:

-Dime, amigo mío, dime, amigo mío, , dime la ley del mundo subterráneo que tú conoces. -No, no te la diré, amigo mío, no te la diré.
¡Si te dijera la ley del mundo subterráneo que yo conozco, te vería sentarte para llorar!
-Pues bien, sea, quiero sentarme y llorar.

Entonces termina el poema con una breve y desconsoladora evocación de la muerte y de la
eternidad de polvo y ceniza en que desaparece todo cuanto el hombre ha querido, todo lo que ha acariciado, todo aquello que era grato a su corazón :

Todo eso queda sumido en el polvo. 

El que ha caído en la batalla sobrevive en el dolor y en el recuerdo de sus deudos. Aquel cuyo cuerpo ha sido abandonado en la llanura no encuentra reposo en los infiernos. y el que no tiene a nadie que rinda culto a su memoria, ése, dice Enkidu en el último verso: :
Se come las sobras de las marmitas [olla de metal] y los detritus [desperdicios] de los platos que se arrojan a la calle. 

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